Poder absoluto

II

Por fin conseguí algo que se moviera por si solo: una Ford Pick-up del 76 con un remolque atrás, todo atestado de gasolina. Después de las bombas ninguna cosa con una computadora funcionaba, así que tuve suerte de encontrar a este cacharro aun funcionando. ¿Por qué tanta gasolina? En este nuevo mundo uno nunca sabe y el viaje es largo: de lo que antes era Baltimore hasta la Costa Este, donde buscaría un barco funcional. No, no se manejar uno, pero tengo ahora todo el tiempo del mundo para aprender y se está volviendo necesario.

Cada vez encuentro pocos caminos abiertos: o están plagados de cráteres o se los está tragando la maleza o están atestados de los muertos que quería escapar de la radiación ¿Quién quiere estar en medio de un embotellamiento que va a durar literalmente siglos? Exacto: yo no. La idea es viajar por barco, siguiendo la línea de la costa hasta encontrar algo de interés, como gasolina o asentamientos humanos.

Después de todos los rodeos llegué a las costas de West Land, y encontré un barco en Windmill Point. Es un gran Yate, blanco con "Miranda" pintado en uno de los lados; el típico barco de recreo que tiene gente rica: enpanelado de madera, espacioso como una casa. Encontré a su dueño en la recamara principal; obviamente estaba muerto, muerto hace tanto que ya ni apestaba. Su cuerpo momificado en la cama, tenía a cada lado dos chicas-momia, todavía con los bikinis pegados a la piel. Botellas vacías de champagne y papeles de cocaína por todos lados.

¿Saben? creo que esa fue una de las razones por la que elegí llevarme a Miranda: para el viejo verde, la vida había sido una fiesta y decidió morirse con una fiesta. Es algo que pude apreciar y algo que tal vez sea un como un buen presagio. La otra fue que de todos los barcos utilizables, este era el único que no necesitaba un astronauta para manejarlo. Los otros estaban llenos de paneles con botones y relojes por todos lados.

Ya cargué todas mis cosas y le dije adiós a la pobre Ford; mañana al amanecer zarpo hacia una nueva aventura.

°°

 

 

Pasé todo el día pensando en que hacer... traté de recordar lo mas posible, pero no había mucho porque realmente no vi mucho: pasé todo el tiempo usando la postura de combate que me enseñó mi madre... Ya saben, te acuestas en posición fetal, encoges las piernas, proteges la cabeza con las manos y esperas a que termine todo. En cualquier caso no vi como recibí mis super-poderes. Piensen en Superman: Super-fuerza, invulnerabilidad y...nada más: Los rayos láser y el aliento congelante se los quedo a deber, pero vamos, es suficiente.

¿Como me di cuenta? bien imaginen que van a sacar leche del refrigerador y arrancan la puerta del refrigerador. Ahí te das cuenta de que hay algo raro; trató de levantar el aparato y es ligero como una pluma: ahí está tu confirmación. Luego haces la conexión: Super-fuerza es igual a Superman, que también es... tomé un cuchillo y coloqué la punta contra mi brazo. Presioné gradualmente hasta que el dolor me impidió continuar; dolió pero no pude romper la piel: era invulnerable.

Ahora, imaginen tener está revelación un miércoles por la tarde y regresar al trabajo el jueves por la mañana; soportar mi puesto de mierda en un banco de mierda con un jefe de mierda atendiendo a clientes de mierda, cuando ahora puedo robar este banco, machacar la cara de mi jefe y salir por la puerta principal.... No, no hice ninguna de esas cosas, eso es lo que un villano haría y yo tenía en mente otras cosas; tampoco quería ser un superhéroe, tengo mejores cosas que hacer, pero si podía "hacer la buena acción del día" de vez en cuando y no me tomara demasiado ¿por qué no?

Empecé con cosas pequeñas como por ejemplo mi primer "trabajito": Héctor, uno de mis vecinos, alguien con tan buen gusto para la música que se sentía con derecho a mostrárnoslo todas las noches. Desde que llegó al barrio supe que habría problemas: ver llegar su Lincoln Low Rider (El Trademark de un cretino) con su música de mala muerte me hacía rechinar los dientes de rabia.

Dicen que si no quieres ver algo, solo mira hacia otro lado, pero con el ruido ¿como lo haces? ¿como le dices a tus oídos que no escuchen? Eso era lo que mas me molestaba, la falta de consideración: antes de su llegada, la cuadra era un lugar tranquilo donde solo había gente mayor, de esa que a las 7 p.m. ya esta dormida. Ahora era un nido de delincuentes: todas las tardes, Héctor se reunía con sus amigos en el patio frontal para poner su música a alto volumen y traficar sus drogas de porquería y nadie se atrevía a decirle nada porque era un dealer, un traficante.

¿Que si en algún momento intenté dialogar? claro que sí: una vez le pedí que le bajara al ruido. Fui allá, puse mi cara más amable y les expliqué atentamente que yo tenía que levantarme temprano y no podía dormir por su música; terminé mi muy cuidado discurso pidiéndole que si podía bajarle un poco, un poquito al volumen. La respuesta de Héctor fue mostrarme una pistola semi-escondida en su pantalón con su mano derecha y un dedo medio con la izquierda. Cuando regresaba derrotado a mi casa, pude oír cómo le subió más al volumen, solo para demostrarme cuanto le importaba mi descanso o las demás personas. No se callaron hasta las 3 de la mañana.

Ahora, que tenía la forma de callarlos no la iba a dejar ir, claro que no... Llegaron dos horas después que yo, con la música por lo alto y el carro brincando como saltamontes; pero esta vez lo aguanté con una sonrisa. Apagué la luz de la sala (su casa quedaba enfrente) y me senté en una silla con unas cervezas, para observarlos. Es algo curioso pero la vigilia no fue tan dura. Era como ver uno de esos documentales del Discovery Channel , con narración y toda la cosa. "ahí va el macho alfa (Héctor) aullando y aplastando latas de cerveza para su danza de apareamiento" En serio, nunca me había dado por bromear en una situación como esta; pero era una satisfacción saber que cada carcajada, cada aullido de esos drogadictos, iba a ser más dolor y sufrimiento para ellos.




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