Tuve un sueño:
Llega una ambulancia, los para-médicos me levantan del suelo; me ponen una mascarilla para respirar y también uno de esos sensores que parecen pinzas para ropa en uno de los dedos .
La ambulancia se mueve bruscamente y de repente siento un tirón; poco a poco, siento que la inercia arrastra mi camilla hacia la puerta de la ambulancia. Veo con horror como la puerta se abre. La cabina desaparece y siento el ruido ensordecedor del aire, con la ambulancia y la tierra girando a mi alrededor, la primera haciéndose más chiquita, la tierra cada vez más grande.
Antes de golpearme con el suelo, me despierto.
°°
¿Lo de Héctor? No pasó nada. La policía se presentó en su casa después de que su novia/esposa los llamara. Fíjense ustedes el efecto de las drogas: ella estuvo en la casa todo el tiempo mientras mataba a su marido a golpes y estaba tan mal que no se dio cuenta de lo que pasaba en el cuarto de al lado.
Solo cuando se levantó en la mañana y vio sangre por todos lados, pensó en lo lógico: este imbécil no pagó algunas cuentas y alguien se lo hizo pagar.
Lo mismo que ha de haber pensado la policía, porque solo tomaron el reporte y se fueron sin hablar con nadie mas. Jamás se mencionó un Lincoln Continental del 81 cargado de cadáveres.
Por esa parte no pasó nada, pero para el barrio si que hubo consecuencias: Héctor, la gran mierda del lugar, se había ido y cuando el número uno cae, segundo y tercer puesto se vuelven los blancos; Todos los mal vivientes del barrio empezaron a desaparecer.
Ya no fui tan limpio como cuando me deshice de Héctor y no necesitaba serlo porque para bien o para mal, las investigaciones de la policía nunca prosperaron. Primero por su propia incompetencia y segundo porque ¿A quien le importaban esa gentuza?
Yo mientras tanto, seguía de Luna de Miel con la idea de ser un justiciero; me pasaba el día fantaseando con la idea de darle un par de golpes a mi jefe y dedicarme de lleno a esto. Incluso inventé un par de nombres estúpidos de superheroe e hice unos dibujos para diseñar mi traje y todo el asunto.
Creo que elegí algo así como "El Verdugo" o "El Ejecutor". Nunca lo usé, nunca tuve la oportunidad de presentarme en una entrada épica como "El Verdugo".
En la vida real no hay entradas épicas: si llegas gritando tu nombre, salen corriendo o te disparan. Lo mejor fue siempre llegar, hacer lo mío y huir antes de que alguien me viera.
Tampoco usé ningún traje: el disfraz de Batman puede verse épico en las películas, pero cuando tratas de copiarlo con tela barata y tus mediocres habilidades con aguja e hilo (no iba a mandar a hacer el traje en una sastrería), te das cuenta que la idea...tiene sus problemas.
Lo que realmente importa es que la ropa sea cómoda, resistente a manchas y lo más discreta posible; nadie debía darse cuenta de lo que eres hasta que ya es demasiado tarde.
Esta se volvió una de las estrategias más comunes: caminar solo por lugares peligrosos, como zonas rosas y cantinas de mala muerte hasta que algún tonto mordiera el anzuelo; una vez que me arrastrara a un rincón oscuro para asaltarme, no volverían a saber de ellos. Al menos tres arrastrados por noche y en ciertos momentos, hasta la docena. Vaya días...
Y llegó el momento cuando me llamaron al departamento de recursos humanos para darme mi liquidación. No fue algo inesperado, llevaba varias semanas con un pésimo récord de asistencia y el humor de mi jefe era cada vez más ácido.
Era el problema de llevar una doble vida: después de una semana de aplicar justicia, fue obvio para mi que ser vigilante era una profesión de tiempo completo y todas estas actividades nocturnas afectaron mi vida personal y mi trabajo.
Siempre llegaba tarde al banco y cuando llegaba, cometía pequeños errores aquí y allá por falta de sueño. Y recuerden: era un cajero de banco, ahí los errores se pagaba caro. Cada vez que eso pasaba, me llamaba la atención el ejemplo de los superhéroes:
Batman era empresario de día y justiciero de noche; El hombre araña era todavía peor: estudiante de universidad de día, fotógrafo en la tarde Y justiciero por la noche , ¿cuándo dormían?
Así que en realidad fue una bendición que aquel gordo me condujera a Recursos Humanos a por mi liquidación.
Todavía lo recuerdo, mirándome por debajo del hombro el muy imbécil; como si me hubiera hecho una caridad teniéndome de empleado y creyendo que me arruinaban la vida por correrme: claro que sí, botija, claro que si...
Escuché a la secretaria, una vieja de lentes a la que nunca le agradé, decirme porque no merecía liquidación completa y todos los impuestos que me iban a deducir, Bla,bla,bla,bla... les dije que si a todo y firme los papeles casi sin mirarlos, ya sabía que mi indemnización vendría por otro lado.
Eso fue un lunes, casi mediodía. Recuerdo que el sol brillaba por todo lo alto y el cielo era el mas hermoso que había visto en mi vida... ¡diablos, en aquel momento me pareció que ese era el aire más fresco del mundo! por fin era libre.
El mundo era amplio y ahora podía ser mío: nada de ser el gato de alguien otra vez, nada de recibir ordenes de alguien mas estúpido que yo: es una experiencia increíble y liberadora, créanme. Por cierto ¿la secretaría y mi jefe? Los maté. Esa misma noche.
No busqué otro trabajo porque al final de cuentas no lo necesitaba; desde hacía tiempo el dinero que les quitaba a la escoria que mataba, era mucho mas que lo que ganaba en el banco.
Me fue todavía mejor cuando tuve el tiempo para subir de nivel y pasar de matar asaltantes de mala muerte y dealers de medio calibre, a peces mucho mas gordos.
Como este tipo, que huyó con la nómina de gobierno: Salió en las noticias como se las arregló este tipejo para robar millones y como se salió con la suya evadiendo la justicia. ¿Evadir la justicia? No por mí, amiguito, no por mí...Eso dejo una ganancia para mi cuenta personal de... ¿6 millones?