Frances estaba de pie en la sala de reuniones de la familia Wilson, mirando fríamente a los miembros «leales» de la familia. En su cabeza, había una sola voz: Andrei ese chico ya los ha juntado, realmente ven el color y olvidan a sus amigos. La traición, bueno, es realmente emocionante, incluso puedo sentir las frías cuchillas detrás de mí.
Respiró hondo y se dijo mentalmente, calma. Debe estar tranquila. Los estados financieros sobre la mesa parecían un montón de ovejas para sacrificar, los números saltaban a sus ojos uno a uno, tan provocativos que quería gritar, ¡no quiero preocuparme por esto! Pero ella lo sabía, gestionar. Gestionar era la única manera de romper el complot de Andrei y mantener el equilibrio de poder en la familia.
Se dirigió a la puerta del despacho de los ancianos y se detuvo. La puerta estaba entreabierta y casi podía oír el «plan de traición» que salía de sus bocas. La hizo estremecerse por dentro.
──«Tendremos que reconsiderarlo, el plan de André nos dará más flujo de dinero, mientras que la idea de Frances... es demasiado arriesgada».
──«¿Es tan joven e inexperta como para sostener el futuro de la familia?» Dijo otra voz.
El corazón de Frances se hundió con fuerza. Genial, un cuchillo en la espalda ¿eh? Empujó violentamente la puerta y entró con fingida compostura como una invitada en la habitación equivocada.
──«¿Están hablando de mí?» Su tono era tranquilo, como si estuviera hablando del tiempo del día, pero había una pequeña espina en su voz que no podía ser ignorada.
Varios de los ancianos se congelaron, haciendo una pausa incómoda. Andrei fue el primero en reírse; tenía esa risa que se llevaba todo el sol de la habitación. Luego dijo con calma:
──Frances, no te enfades. Todo es por el bien de la familia».
¿Por el bien de la familia? Me voy a poner enferma. Frances contuvo la ira de su corazón y una luz fría brilló en sus ojos:
──«Sé lo que estás haciendo, André. Quieres controlarlo todo».
Andrei sonrió levemente, y era una sonrisa bastante sombría:
──«Sólo veo el futuro, y quien pueda sostener a la familia debe tener el poder».
Salió del despacho, con la confianza en su corazón pinchada como un globo. El apoyo de la familia se fue agotando poco a poco, y lo único que le quedó fue la tarjeta de poder vacía en la mano.
Al llegar la noche, Frances se sentó sola frente a la ventana del rascacielos de la familia Wilson, contemplando el parpadeo de las luces de neón. Parecía un frío mar de estrellas, y su corazón estaba lleno de soledad. Cogió su teléfono móvil y marcó un número.
──«Frances». Al otro lado de la línea, la voz de Alex era mucho más tranquila de lo que ella esperaba, casi un poco inquietante.
──«¿Sabes por lo que estoy pasando ahora mismo?» Ella se burló, su cabeza pensando, Ojalá hubiera una tormenta para ayudar a lavar toda esta angustia.
──«Sé más de lo que crees», el tono de Alex se mantuvo tranquilo, pero sonaba como si lo hubiera visto venir. «He oído que Andre está en proceso de vender el control de la familia a los Carter».
Esa frase fue como una bomba explotando dentro de ella. Agarró el teléfono y apenas consiguió aplastarlo hasta convertirlo en migajas. Su voz era gélida:
──«¿Me estás amenazando?»
──«No», la voz de Alex era más grave, «es la verdad. Andrei no sólo quiere controlar a la familia, tiene un plan mayor. Deberías saber que está dispuesto a utilizar la expansión de la familia Carter para hacerse con la familia Wilson y saltar a un abismo desconocido.»
Frances se estremeció por dentro, no esperaba en absoluto que Alex fuera tan directo, incluso un poco estomagante. Sonrió para sí: lo admiro, ¿cuándo se convirtió en un «revelador de la verdad»?
──«¿Qué quieres?» Le tembló un poco la voz, pero se obligó a no demostrarlo.
──«Cooperación». Alex no se contuvo: «Puedo ayudarte a desenmascarar a André, pero tienes que darme garantías. Tenemos que unir fuerzas para poder hacer frente a lo que se avecina».
¿Cooperación? Bueno, cooperar sonaba bien, pero era un poco difícil de digerir trabajar con un enemigo. Frances hizo una pausa, jugando mentalmente con sus cálculos, y en unos pocos segundos, la decisión fue tomada.
──«¿Qué tipo de términos de cooperación quieres?»
──«Confianza». La voz de Alex se volvió seria: «No puedes seguir siendo dictatorial. El futuro de la familia ya no es sólo tuyo».
La cabeza de Frances se quedó en blanco, sus emociones se complicaron como una olla de estofado. Sonrió para sus adentros: parece que estoy realmente desesperada.
Tras unos segundos de silencio, Frances contestó por fin, con la voz calmada como un bloque de hielo:
──«De acuerdo, te lo prometo».
Tras colgar el teléfono, Frances se sentó en su silla y se apoyó en el respaldo con cansancio. En su mente, se dijo: «Qué pena tener que depender de este tipo tan complicado». A partir de ahora, tendría que mantenerse a un metro de él, no fuera a ser que se contagiara de sus «intencionadas» vibraciones.
El timbre de su teléfono móvil la sacó de sus casillas. Miró el identificador de llamadas y vio que era el número de la Sala de Conferencias de Asuntos Familiares. Descolgó y se oyó la voz de André:
──«Tengo algo que decirte sobre el futuro de la familia».
Frances frunció el ceño con fuerza y un pensamiento pasó por su cabeza durante un instante: este juego no había hecho más que empezar.
Colgó el teléfono, se levantó y se acercó a la ventana. Las luces de la ciudad parecían parpadear sin rumbo, pero en su mente sólo había oscuridad. La sombra de la traición, que se cernía sobre su cabeza, era seguida por una tormenta aún mayor que se avecinaba.