Poder y justicia

Capítulo 12

Melania

 

 

Las semanas se deslizaron suavemente y sin percatarnos. Llevábamos viviendo en Holz oficialmente un mes y medio. Cada día, especialmente al levantarme, me sentía con energía y ganas de afrontar lo que me esperaba en el transcurso de las horas. Me recordaba a mí misma cada mañana que los malos tiempos habían terminado.

Empezábamos el día arreglándonos la una a la otra. Nuestras vestimentas y aspecto habían evolucionado considerablemente. Ahora, los diferentes colores adornaban nuestras ropas y nuestros cabellos ondeaban sueltos y libres como las banderas de los barcos que se veían alzarse en la lejanía del puerto, al norte. 

Lucrecia y yo ya no teníamos la necesidad de lucir iguales. Solo conservamos esa costumbre a la hora de la cena para iniciar nuestro pequeño juego con padre y Declan, el cual siempre ganábamos. Así, cada una comenzó a explotar su personalidad por caminos diferentes. Yo usaba colores más juveniles y vivos, mientras  que Lucrecia se mantenía en lo sobrio y discreto.

Después, desayunábamos a solas con Guillermo, con quien  habíamos mejorado relación. Yo era la más cariñosa de los tres pero padre nunca dudó en devolverme lo que yo le ofrecía. En comparación, entre él y Lucrecia había más distanciamiento, pero la guerra verbal que tuvieron siempre de por medio cesó. Conversaban tranquilos la mayor parte del tiempo, casi siempre de lo que estudiábamos en las clases de Lord Declan. Ella le comentaba puntos con los que no estaba de acuerdo y él insistía en que debía ser más tolerante. Para poder romper las normas debes aprenderlas primero, le decía.

Por mi parte, experimenté un enriquecimiento personal inmenso. Cada vez me daba menos reparo el ser la voz principal en una conversación o dar mi libre punto de vista. Declan me enseñó gesticulaciones para entonar más segura. Qué tipos de mirada debía mantener y cuales no y a saber analizar los sentimientos de un contrincante a través de lo que mostraba su cuerpo.

En cuanto al diálogo, nos enseñó a Lucrecia y a mí a hilar argumentos sólidos y no esporádicos. Razonamientos con un inicio, un nudo y un desenlace, no dichos por decir. Pensados, construidos y fuertes.

Esta era la materia favorita de mi hermana con diferencia. El primer día que la estudiamos me habló de que había estado ciega durante todos aquellos años. Que su mente y palabra no eran tan inquebrantables como ella pensaba. Aún le faltaba mucho que aprender, me insistió cada día.

Otros días, hacíamos una clase práctica, en la que Declan escribía un tema en la pizarra y él comenzaba a exponer argumentos relacionados. Después, una de nosotras debía rebatirle correctamente y, al por último, expresar una conclusión final sobre las intenciones reales del personaje que él estaba desempeñando en esa instancia. Nunca habíamos hecho este ejercicio correctamente, ni si quiera Lucrecia. Declan nos insistía que era uno de los más complicados con diferencia y creí que lo decía solo para que no nos viniéramos a bajo, sobre todo a mi hermana, quien se estaba percatando de que sus habilidades no eran tan prodigiosas.

También, empezamos a estudiar los diferentes reinos y regiones del continente para conocer diferentes tipos de uniones. Cuando veíamos el mapa, con aquel corte en su parte central, no podía evitar mirar al oeste, donde no existían líneas definidas. Donde no había más que un vacío inmenso. Como si el Mar del Norte y el Mar del Sur se hubieran puesto de acuerdo para tragarse la tierra detrás de El Muro.

—¿Vamos a estudiar algo referente a El Muro? —se aventuró a preguntar una vez Lucrecia. Solo halló seriedad en Lord Declan.

—El Muro fue construido en una gran guerra siglos atrás. Detrás de él no queda nada. Solo un inmenso territorio totalmente devastado por la antigua Atalus en sus ansias de colonizar.

—¿No quedó nadie vivo al otro lado?

—Nada. No quedó nada. Aquella gente huyó al resto de reinos o luchó por su libertad. Atalus no consiguió esclavos dóciles y fieles, así que los aniquiló a todos. Fue hace tanto que las leyendas cuentan que ni siquiera La Santa Sede estaba instaurada.

A Lucrecia no le convencieron sus palabras. Por ello, prosiguió con la investigación que inició en su primer día en La Biblioteca Central. Para hallar una verdad que a ella le pareciera más sólida que la que le habían aportado.

Padre cada día insistía que no debía salir de palacio por su protección. Por la amenaza que era Lord Iabal. Lucrecia insistió que necesitaba ir, ya que la biblioteca de palacio no contaba con la amplitud de carta como la central. Así que, cada día después de las clases, Lucrecia partía junto con el mejor hombre de mi padre, Briccio, que nos había protegido desde que éramos niñas y quien se quedaba al mando de la guardia del castillo cuando padre partía.

Los primeros días, Lucrecia iba vestida solo con una capa oscura para cubrirse de las miradas pretenciosas. Al final, completó su disfraz vistiéndose de criada de palacio y cubriéndose por una capa azul cobalto. Cada día partían a caballo y ella no miraba hacia atrás cuando yo les veía partir.

Aquellas tardes en soledad las pasé escribiendo. Mis personajes comenzaron a tomar forma de nuevo, aunque todavía eran un suspiro de lo que una vez realmente fueron. Cuando Lucrecia volvía y me veía sentada en el escritorio blanco que Declan ordenó colocar para mí podía ver en su rostro una felicidad inexplicable. Siempre preguntaba cómo iba. Y también si podía leer lo que llevaba escrito. Yo, sorprendentemente, no cumplí sus deseos y le expliqué que hasta que no tuviera terminado y corregido el primer borrador no le haría entrega del mismo. Me enfadaría si me enteraba que lo había leído a mis espaldas, dictaminé. No supe nunca por qué fui tan estricta, cuando siempre le había mostrado a mi hermana todo lo que escribía. Hasta los relatos más tontos y vacíos que había llegado a escribir años atrás.



#22356 en Fantasía
#4798 en Magia
#8909 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: edad media, reinas y princesas, brujas

Editado: 28.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.