Poderes Saga Poderes #1

¿La conoces?

Una luz intensamente blanca es lo que veo al despertar, cuesta mucho acostumbrarme a la luz, aun así, trato de enfocar la mirada, estoy en una habitación, mi mano derecha está conectada a un tubo, ese tubo lleva un líquido a mi cuerpo, tardo tiempo en darme cuenta de que estoy en un hospital.

- ¿Qué hago aquí? – susurro débilmente.

- ¡Arantxa! – exclama la enfermera que estaba ahí y que acabo de notar – ¡Al fin despiertas!

Ella sale corriendo sin responder a mi pregunta, yo solo puedo mirar por donde ha salido, una puerta, “No me respondió” pienso, miro por la puerta hasta que la enfermera entra de nuevo y con ella, otra mujer vestida de médico se acerca a largas zancadas para tener tan poca altura.

- Ara – dijo muy contenta llegando al borde de la cama – ¿Cómo te sientes?

- ¿Qué hago aquí? – pregunte de nuevo sin importarme la pregunta de la mujer.

- Tuviste un accidente – dice ella viendo mis ojos –, ¿no lo recuerdas?

- No, yo… no recuerdo nada.

La expresión de ambas cambia drásticamente, su alivio es reemplazado por otra cosa, miedo, inseguridad, yo las miro intentado que me digan algo, que respondan a mi pregunta, ¿Qué hago aquí? No me parece que debería estar aquí.

- ¿Sabes quiénes somos? – me pregunta la enfermera lentamente.

- No – respondo, ellas intercambiaron miradas, cierro los ojos tratando de recordar algo pero me es imposible – no lo sé.

- Soy tu hermana – la doctora se sienta a mi lado acariciándome el cabello – soy Audrey.

- ¿Y yo? – pregunto sentándome en la cama, ella me mira sin entender mi nueva pregunta – ¿Quién soy yo? – reformulo lentamente, como lo hizo la enfermera.

Sus ojos se abren como platos y después cambian a una expresión tan triste, como si con aquella simple pregunta se hubiera derrumbado todo en su vida, me abraza y llora, yo la abrazo igual pero mientras lo hago no soy capaz de sentir tristeza alguna, aun así, no la suelto, al contrario, la abrazo con más fuerza.

- Lo siento – le dije – perdóname… Audrey.

- No lo sientas Ara – solloza levantándose y limpiando su rostro con sus manos – no es tu culpa.

Después de eso, paso toda la mañana y toda la tarde revisándome, haciéndome pruebas y preguntas. También trajo a un chico que me mostro fotos de varias personas y trataba de que las reconociera.

- ¿Conoces a este?

- No.

- ¿Y a él?

- No.

- ¿Qué tal a ella?

- No.

- ¿Y…?

- No lo conozco – dije – no conozco a nadie de los que están ahí.

El hombre permanece en su lugar sin soltar la fotografía de su mano, pero después la deja en la mesita que hay entre nosotros y toma otra diferente, la mueve y la observa durante un corto tiempo antes de hacerla girar hacia mi dirección.

- ¿La conoces?

- No – me estoy cansando de esto.

- ¿Segura? – parecía decidido – mírala bien – dijo entregándomela.

La mire fijamente, era una muchacha, tenía el cabello largo y castaño, su piel clara, unos dientes grandes al igual que sus mejillas.

Pero eso dejo de importarme cuando vi sus ojos, acerque la foto hacia mí para ver mejor esos ojos, eran de color verde o marrón, o tal vez de ambos colores, enmarcados con unas largas y finas pestañas, pero eso no era lo que veía, sus ojos, se veían tristes, asustados, sin vida, ella estaba sonriendo, pero la sonrisa no llegaba hasta sus ojos.

- Yo… – balbuce – yo no sé.

- Ten – me paso otro objeto – mira.

Era un espejo y al verlo mis ojos se abrieron con incredulidad.

Era yo. Yo era la chica de la foto, mi cabello, mi piel, mis dientes, mis mejillas, era yo. Mis ojos, acerque el espejo y mire mis ojos, eran una extraña combinación de color verde y castaño, con unas pestañas largas, pero… la tristeza, el miedo que había en los ojos de la fotografía, no estaban en mis ojos, sin embargo, la ausencia de vida sí que estaba presente, creí que en la foto la chica, yo, no tenía vida en sus ojos era por algún efecto de luz, ahora me estoy viendo en el espejo y llego a la conclusión de que si en el la imagen no había luz, en mis ojos no había nada, no había luz, no había vida, ni miedo ni tristeza, nada, estaban totalmente ausentes de cualquier señal de vida.




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