Caminaba en plena calle y me he quedado surumbo
al ver una mujer despampanante,
que con sus dotes de belleza puede conquistar
hasta el corazón más arrogante.
Y no pude decir nada porque estaba yo petrificado,
viendo la belleza que Dios hizo y me pregunte,
¿quién será ese afortunado?
que pueda endulzar sus labios con un manjar delicado,
que pueda saciar sus ansias, y comer lo más deseado
de la belleza del mundo que mi Dios haya creado.
Y se me acerco, y me dijo: lo veo muy perturbado
¡ah! es que he perdido el dinero, lo dije muy asustado,
después se alejó, y yo quede de sus encantos hipnotizado,
por eso he vuelto a este lugar, pero ella no ha regresado,
y en la espera de mirarla aquí me tiene enraizado.