Escondida en otro cielo se encuentra
una flor de belleza deslumbrante
que despierta la pasión de un amante
y por su amor al infierno se adentra.
Hasta al hombre más frio desconcentra
el calor de su mirada radiante
y se sume en sueño apasionante
aquel que, osado, en su fulgor se centra.
Si pudiera de esa flor ser el dueño
juro que la amaría eternamente
y me volvería un hombre risueño.
¿Por qué será que el destino insolente
me acercó hacia su belleza de ensueño
y me la quito luego bruscamente?