Ya no digas que me amas.
Ya no pienses en mí.
No me nombres en silencio,
ni me extrañes, ni te quiebres.
Déjame ser ausencia,
sombra difusa del pasado.
Que sea amarte mi pecado,
recordarte mi condena.
Que mis lágrimas dibujen
tu mirada en cada verso,
y en mis sueños te consienta
mil caprichos todavía.
Pero si insistes en decirme
que aun sientes que me amas,
que no dejas de pensarme,
que me extrañas y te quiebras,
esta es mi respuesta:
Fue tu partida el castigo
que hoy me tiene en pena.