En la casta belleza de sus ojos
ha de renacer mi helado corazón.
En la dulce inocencia de sus labios
he de hallar mi tan ansiada redención.
Nueva musa, florece entre pecados,
cambiando penas por risa y comprensión.
Mas la vil naturaleza de mi ser
acecha al vicio de la oscura pasión
y ante el cobarde silencio de mi amor
con firmeza avanza una antigua adicción.
Dime musa si acaso entre tus brazos
tendrá un día mi pasado su perdón,
o seré prisionero de la angustia
y volveré a corromper toda ilusión.
Dime musa si tu voz melodiosa
podrá ofrecerme, de amor, una canción
y arrancaré, del fondo de mi pecho,
para ti, salvadora, mi corazón.