Soy un ataúd con ruedas, sin paz,
cargando historias que no puedo soltar.
Los chismes rebotan como piedras sin fin,
y el silencio se cuela, amargo y ruin.
El chofer me mira por el retrovisor,
Sabe que soy su más grande dolor.
Una señora suspira, un niño va a llorar,
y yo, como tumba, los dejo pasar.
Van a destinos que no quieren nombrar,
a trabajos que duelen, a techos sin hogar.
A veces a amores que ya no están,
o a sueños que nunca se cumplirán.
Yo solo espero que bajen de mí,
que no me llenen de sus penas.
Pero sé que mañana volverán a subir,
con sus fantasmas, sus risas… y su porvenir.
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poemas a la vida, poemas variados, vida cotidiana y crecimiento
Editado: 25.09.2025