Mirando la luna, de a una
veo las nubes pasar
como si alguna laguna
al ojo del cielo fuese a abrazar.
Se proyecta el espectro siniestro
en lo que admiraba en mi percepción
e inyecta de adentro del centro
los fantasmas de mi habitación.
En el espacio reflejado he dejado
la figura que me atormenta
confrontando el lado incendiado
de todas mis tormentas.
Aunque el espejo atemoriza deprisa,
me encuentro con mi propio ser
sintiendo la brisa aterriza
la conciencia que quise vencer.
En mi caída la huida
sonaba como un frío viento,
la melodía aturdía
las cicatrices de mis cimientos.
Sanando el alma con calma
transmuto mi energía al presente,
desde mi palma se empalma
la fuerza del corazón creciente.
Corté con dolor el rencor
y con lágrimas acaricié el espejo,
desde el calor del amor
el llanto se quedó perplejo.
La luz va a empezar a besar
la oscuridad de mis recuerdos,
sólo avanzar hasta alcanzar
a llenar renglones en mis cuadernos.