Sólo el frío sabe
lo que el viento le reprocha al mar.
Al dejar de dar peso al pesar
pasa a pisar por dentro al vacío.
Comenzar a caminar bajo el rocío,
sin mirar al azar, al silencio abrazar.
Un fragmento del alma se empieza a quemar
y el dolor diluído cae.
Ni un suspiro cabe
en el cimiento que comienza a resquebrajar,
al dar lugar al cielo para soñar
puedo observar todo lo que ansío.
Abandonar y desdibujar lo mío,
dejar de volar, hasta el abismo bajar
para el sentimiento de nuevo poder besar
y que el tormento acabe.