Soy una espada rota, en un cementerio de aire salado y arena,
la lluvia se vuelve las lágrimas de esta mera herramienta,
participé en batallas crueles, lastimado sin calma,
heridas recorrían mi cuerpo y mi ánima,
trataron de repararme, pero era inútil,
me vi obligado a liberar un grito alivial,
crucé fuego, agua y vendavales,
lastimado por llamas, marea y vientos huracanados,
desechado en incontables ocasiones,
herramienta de solo una y a la vez muchas responsabilidades,
he aquí, mi final, en el mar albero y sombrío,
sin propósito avaro más allá de un final tranquilo.