Amistad

En el vasto jardín de la vida,

florece la delicada semilla de una amistad sincera,

como un dulce rosal de pétalos de seda,

que envuelve al corazón y nunca se desvanece.

Sus raíces, fuertes como cimientos de acero,

se entrelazan en abrazos perpetuos,

como vides enredadas en un lazo tierno,

que crecen y se fortalecen sin desespero.

Cada encuentro es un suave susurro al alma,

un murmullo de afecto en el espíritu,

como el eco de un río que fluye sin medida,

nutriendo el amor y la dicha compartida.

En el lienzo de la vida,

trazamos juntos una pintura de colores infinitos,

como artistas del amor, somos benditos,

creando un vínculo que nunca se deshace.

Nuestros corazones, como alas desplegadas,

se elevan en vuelo hacia el cielo estrellado,

cual aves migratorias,

siempre a tu lado, encontramos el nido donde el amor descansa.

Y cuando el viento álgido de la adversidad,

azota con fuerza y ​​amenaza llevar todo,

nuestra amistad se erige como un escudo,

protegiendo el alma con tenaz lealtad.

Oh, amistad querida, tesoro incalculable,

eres faro de luz en los días nublados,

una canción de esperanza en los corazones agotados,

una mano extendida cuando el mundo es insaciable.

En el vaivén de la vida, en los momentos oscuros y claros,

en cada paso que damos, en cada suspiro compartido,

la amistad prevalece, con cadenas inquebrantables,

y en nuestro sendero, siempre estaremos unidos.