En la noche oscura, donde el miedo acecha,
con ojos de fuego, brilla su verdad.
Enfrenta las sombras, desafiando la maldad;
el viento susurra secretos de lucha,
y en cada paso firme, su alma se escucha.
No hay cadenas que frenen su andar,
con cada latido, comienza a brillar.
Fuego en el pecho, ardiente pasión:
"No me rendiré" es su declaración.
En la oscuridad, su luz resplandecerá,
y en las llamas que danzan, su fuerza crecerá.
Cada herida es un canto nuevo,
cada caída, un motivo de creación.
Con fuerza y coraje, se levanta de nuevo,
enfrentando tormentas, su espíritu es fuego.
En la noche eterna, su voz resonará,
como un eco infinito que jamás se apagará.
Con cada desafío, su esencia florece,
en la lucha constante, su alma crece.
No es el fuego que devora bosques,
sino el que dibuja constelaciones
en las paredes de la cueva,
el que talla dioses en la costra de las heridas.
La oscuridad no es vacío:
cada chispa es un idioma perdido
que nombra la esperanza en clave de brasas.
Si me preguntan dónde está la Victoria,
señalo las grietas en el suelo:
allí donde la lava escribe su poema,
donde las sombras, al fin,
aprenden a arder con luz propia.
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Editado: 20.02.2025