Poemas De Luz Y Sombra

PROFECÍA DE DOS MUNDOS

En días donde el tiempo bordaba su infancia,
las estrellas grabaron un enigma en la nada:
«No hay luz que no alumbre su sombra,
ni verdad que no esconda una espina».

Donde el reloj se quiebra en silencio,
los astros murmuran con asombro:
«El equilibrio es solo un espejo roto,
una danza de polvo en el vacío».

En el umbral donde luz y noche se besan,
nació un ser excepcional:
un híbrido, forjado por abismo y esperanza,
caminando en la cuerda floja del destino.

El Príncipe de las Tinieblas observa,
astuto, envuelto en nieblas de engaño,
—corona de espinas, trono de ilusión—
contempla con recelo.

Los dioses hablaron con verdades a medias,
y el universo ocultó su mentira más bella:
la dualidad no era sino un juego de espejos,
es una moneda girando en la palma del viento,
frágil como el suspiro de un sueño.

Los mares escupen runas de barcos hundidos,
los cielos sangran en eclipses de púrpura.
Los mortales, ciegos a su propia condena,
temblarán ante lo que llamaron mitos.
¿Será el Híbrido faro de redención…
o la tormenta que devore el horizonte?

Camina sobre agujas de constelaciones,
su sombra es un espejo de doble filo:
¿luz que abraza o cicatriz que desgarra?
Hasta el Príncipe, tras sus murallas de engaño,
duda: «¿Y si el caos es la semilla
de un jardín que nadie supo imaginar?».

El Enigma no duerme: herida que nunca cierra.
El Príncipe, señor de mentiras y redes,
ve en el caos un río de estrellas nacientes…
¿Forjará mundos nuevo o solo ruinas?

El Híbrido contempla el abismo y sonríe:
su llanto es raíz que perfora la luz.
El Príncipe, aunque maestro de mentiras,
conocerá la respuesta. Pero incluso él dudará,
pues en el corazón del enigma yace una pregunta:
¿Puede el caos crear o solo destruir?

Las grietas se abren. El universo aguarda.
El velo se rasga, y en el aire, un temblor.
La sombra del Híbrido es un portal abierto:
¿qué nace en su centro… aurora o gemido?

¿Es el caos un dios… o su más fiel verdugo?
El vacío aguarda. Observa. Tiembla. Calla.
El Híbrido decide. Y el universo contiene,
en un hilo de plata, la chispa que delira.

El Pergamino de los Ecos arde en llamas mudas.
Nadie osa leer sus signos de ceniza y sombra,
sus versos son huellas de un fuego sin dueño,
preguntas que queman más que respuestas.
Un destino que ni los sabios pronunciaron,
la clave no está escrita, la llevas en voz.

El final no está escrito en ninguna mano,
el universo no es tela, es latido.
Solo perdura un murmullo en la noche:
«El equilibrio fue mito, y el mito, un enigma eterno».




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