En el pecho me pesa el miedo,
un nudo que aprieta, que no me suelta.
Es el eco de un tiempo perdido,
un murmullo que acecha, que nunca suelta.
Viví entre grietas, escondido,
con el alma cerrada, temiendo la nada.
Rechazado, en silencio sumido,
creí que mi voz se perdía en la espada.
El pasado me marcó con su sombra,
promesas quebradas, noches sin fin.
Me enseñó a temer, que no asombra,
a pensar que el amor no era para mí.
Mas en la penumbra más fría,
una mano llegó, serena y callada.
Sin pedir mi herida, mi guía,
me tendió un puente hacia la luz soñada.
Tu mano, sencilla, tan calma,
desarmó el temor que quemaba mi ser.
Me guiaste sin prisas, con alma,
hacia un brillo que creí no volver.
Aún tiemblo, el miedo no miente,
mas tu voz despierta mi fe sin fin.
El pasado susurra, latente,
pero tu luz sostiene mi porvenir.
No sé si merezco este alba,
mas contigo mi alma empieza a nacer.
El miedo se encoge, se calma,
y tu amor me devuelve mi amanecer.
#5042 en Otros
#1412 en Relatos cortos
poesia oscura, poesia reflexiones pensamiento, poesia decepcion tristeza
Editado: 24.08.2025