Soñé de niño que al crecer todo sería distinto,
que el peso del pasado se desvanecería,
que una luz suave brillaría en mi universo,
aunque sabía, en mi alma, que era solo un deseo.
La graduación llegó, fin de un ciclo agotador,
un día que pintaron de promesas y fervor.
Debía ser un canto de abrazos y alegría,
pero para mí fue un eco de fría soledad.
Esperé a mi familia, sus voces, su calor,
un orgullo compartido que curara mi dolor.
Mas solo hallé silencio, un vacío en su lugar,
un sueño roto en mil pedazos que no puedo reparar.
En primaria buscaba un refugio, una mano amiga,
en secundaria soñé que el mundo no me castiga.
Quería amor, confianza, un apoyo para brillar,
pues una graduación es más que un papel al azar.
La oscuridad me sigue, un sombra que no cede,
pero anhelo en esta etapa un futuro que me quede.
Nuevas voces, nuevos lazos, un camino por trazar,
descubrir quién soy, sin miedo a naufragar.
Vi vestidos radiantes, un arcoíris al pasar,
trajes impecables, como listos para casar.
Familias con sonrisas, cazando el instante ideal,
mientras mi rincón vacío gritaba mi realidad.
Sin nadie en las gradas, mi momento se esfumó,
un aplauso que soñé nunca se pronunció.
El día que marcaba un logro se tornó gris,
un recuerdo amargo que aún vive en mí.
Mas en mi pecho late un fuego que no muere,
una chispa que insiste, que aún quiere florecer.
Aunque la soledad me hiera con su filo,
caminaré hacia adelante, buscando mi destino.
Quizá el dolor de hoy sea solo un paso más,
una lección tallada en el tiempo que vendrá.
Mi graduación, aunque sola, no define mi valor,
pues mi alma sigue en pie, buscando su esplendor.
Un día hallaré mi lugar, mi voz, mi verdad,
con amigos que me abracen en la adversidad.
La luz que tanto anhelo al fin me encontrará,
y mi corazón, en paz, aprenderá a brillar.
#5235 en Otros
#1446 en Relatos cortos
poesia oscura, poesia reflexiones pensamiento, poesia decepcion tristeza
Editado: 12.09.2025