Una casa vieja y grande
En una esquina dormía
Derramando su pasado en desbande
Por su aspecto silenciosa y fría.
Arrullada en su misterio
De abandono total
Envuelta en el monasterio
De su fama fatal.
Un arte o hechizo
La hizo despertar
Y hoy desde el techo al piso
Alegre se ve cantar.
La reina de la esquina
Sacude su modorra
Y enjugando sus ojos maquina:
Qué sueño, qué noche, qué farra.
J.P.