Fuegos artificiales corrían por toda mi piel.
Sus caricias y sus besos me marcaron todo el cuerpo.
Se volvieron cicatrices.
Devolviéndole la vida, a un cuerpo lleno de muerte.
Venerándome hasta el alma, se gano mi corazón.
Su fascinación crecía a pesar de mis defectos.
Me dejó entrar en su vida, y rompí toda cadena.
Me entregó su corazón.
Y entre tanta oscuridad, yo le devolví la luz.
Unas horas no serían suficientes.
Unos días no serían suficientes.
Una vida no sería suficiente.
Una eternidad no sería suficiente.
Nunca sería suficiente para entregarnos el uno al otro.
Una noche nunca sería suficiente.