Poemas del Viajero del Velo

El amor de Zor

El amor de Zor

Cuando era niño lo vi.
Tan puro, tan inocente,
con una curiosidad que me hacía eterno,
con una bondad que no merecía el mundo.

Yo habitaba en sus ojos,
me deslizaba en sus sueños,
era su mejor amigo aunque nunca lo supiera.
Desde mi nacimiento he cuidado
que no cruce el Velo.
Soy guardián de su verdadera fuerza,
resguardo las emociones
que él siempre intenta ocultar.
Ese es mi deber.
Ese es mi destino.

A veces camino detrás de él,
sigo cada uno de sus pasos,
observo cómo respira, cómo tiembla.
Me aprendo de memoria cada gesto,
cada mirada fugaz,
cada palabra no dicha.
Podría parecer un acecho enfermizo,
la sombra de un acosador enloquecido,
pero no es así:
soy yo, su otro,
su reflejo inevitable.

Pero el amor me quebró.
Lo sentí por primera vez
cuando su miedo me atravesó como un fuego.
Él tenía apenas cinco años
cuando aquel hombre quiso dañarlo.
Yo no lo permití.

Tomé su cuerpo,
y lo maté.

Desde entonces soy su protector,
su sombra inseparable,
su reflejo armado de dientes y violencia.
He destruido a todo aquel
que buscó herirlo,
lo he defendido incluso
de su propia fragilidad.

Él y yo nos pertenecemos.
Él y yo somos uno,
aunque me rechace,
aunque me tema por mi crueldad.

Yo siempre estaré ahí,
acechando en la penumbra,
para protegerlo de todo,
incluso del amor de otros.

Porque lo que él llama miedo,
yo lo llamo amor.

Y así rompí la regla sagrada
de mi especie:
un Doppelgänger jamás debe sentir.



#1735 en Otros
#1208 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, fábulas poéticas

Editado: 09.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.