Amor de ghoul
Tantos años a tu lado…
deseándote, amándote,
como aquel primer instante en que tu aliento rozó el mío.
Aún guardo en la piel el temblor de nuestro primer beso,
el ardor de aquella caricia que abrió la herida del deseo,
el instante en que nos fundimos
en un solo cuerpo,
en una sola condena.
Tantos años a tu lado,
y me desgarraba verte marchitar,
como flor que se pudre en el mismo jarrón que la sostiene.
Pero envejecías conmigo,
y en ese lento deterioro había un sabor cruel y exquisito,
la miel amarga de un amor demasiado verdadero.
Por eso no me arrepiento.
Quise prolongar lo inevitable.
Tus ojos me gritaban su miedo:
sabías que un día no estarías
para protegerme como juraste.
La vida, siempre infame,
me arrebataba tu cuerpo día a día,
y yo decidí arrebatarla antes que ella me arrebatara a ti.
Te inmortalicé en mi carne.
Convertí cada caricia en escultura de fuego,
cada beso en un bocado sangriento,
y nuestra unión en un rito secreto,
donde la pasión descendió de la piel
hasta el estómago,
hasta la médula,
hasta el hueso.
Dicen que soy caníbal.
No entienden.
No saben que tu carne fue mi sacramento,
que tu sangre fue mi vino,
que en cada fibra devorada
me entregabas tu eternidad.
Amar es poseer,
y yo te poseo todavía:
en mi aliento,
en mi hambre,
en la negrura de mi pecho donde arde tu sombra.
Ellos lo llaman crimen,
yo lo llamo amor.