Poemas Escritos por la noche y el vino

Díganle que la amo

Háganme el favor de llevarle este mensaje por mí, díganle a esa tramposa ojos de universo que su sonrisa aun me mata, díganle que la amo y que ella sabe que siendo directo indirectamente hablo con ella y de ella

Díganle que la amo, que su lejanía es una tormenta que me hace derrapar cayéndome e hiriéndome el corazón y la mente, que su presencia es un flagelo, un suplicio al no dejarme decirle nada cuando la tengo de frente

Pueden decirle también que le prohíbo quitarme las horas de sueño, necesito dormir para soñar con ella, le prohíbo que me robe el aire a suspiros, que la dejo hacerlo si es con un beso

Díganle a esa mujer, esa princesa, esa dama ingrata con piel de nieve que mis abrigos extrañan sus hombros, que mis camisas tienen ganas de abrazarla, que tiene crédito infinito para tomar mi mano las veces que ella quiera y lo desee, que puede quitarle la ropa a mi cuerpo y mi alma ya sea rasgándola, de un solo tajo o con calma a caricias

Díganle a su sonrisa que deje de pintar mis callejones que necesito mi melancolía para escribirle cosas y hablarles a las palomas del parque sobre ella, que es ella la que las asombra cuando camina al dar la vuelta por la otra esquina del quiosco para no interrumpirlas en su día

Díganle que el universo no se detiene, que el amor es aquí y ahora que no hay calle con retorno cuando de amor se trata, que ella podría hacerme rey o juglar con una sola palabra, que ella podría eliminar los sinónimos de soledad y dolor del diccionario general, de nuestro propio glosario, en resumidas cuentas, por favor mejor díganle con mi alma en su boca que simplemente la amo…




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