Una mujer, ser de increíble belleza e inteligencia...
El aire fresco golpeaba su cara, admirando al mar que con gran furia rugía, se revolteaba.
"Quisiera no volver a casa"
Se repetía una y otra vez, ya estaba cansada de tanta intolerancia.
¿Qué culpa tenía ella de ser así como es? Frágil, bondadosa y con ganas de amar pero débil antes las desilusiones.
"En el mundo no sobrevivirás"
Eran los comentarios incesantes que escuchaba, estaba cansada. Su abrigo la arropaba del frío, sin embargo, sentía su corazón estrujarse de vez en cuando sin poder contenerlo, se sentía sola, desprotegida del mundo.
"¿Tengo que guardar estos sentimientos para mí, para poder sobrevivir aquí?"
No le gustaba la idea, ¿qué había de malo en ello? Tal vez sea por que los hombres mujeriegos son como buitres sigilosos, esperando carne, callados, perseverantes, atacan sin piedad. Ella lo sabía muy bien, no pasaría por eso otra vez.
Su corazón estaba deforme, no tenía principio ni final de tantas veces que la habían herido. Ya tenía heridas encima de anteriores cicatrices, sola tuvo que repararlo con paciencia. Y llorar cada vez que lo volvían a romper.
Su esperanza es inquebrantable, por eso se digna a amar sin restricciones cada vez. Aunque sepa que su corazón puede romperse nuevamente, sumandole otra grieta a su tesoro de cristal.