Corazón de Piedra
Tierna y dulce señorita que paseas inquieta entre las hojas de los árboles, te meces con pasión entre las pequeñas plantas, que a veces, sin intención, pisan mis pies y las maltratan. Pobre de mis pies, cuando limpias las espinas y en mí se clavan, crueles y despiadadas; brota la sangre y te pinta de escarlata.
Pequeña señorita risueña que haces crecer a las plantas, que corres por el prado alocada, dime quién te ha contratado para que me des tal espectáculo.
Mi corazón se comprime al saber que solo recibes órdenes para que mi día sea encantador; sin embargo, mi corazón de piedra no permitirá demostrar amor.
Pequeña cristalina, ojalá habitaras en mí completamente para que limpiaras la suciedad de mi corazón y así quizás poder sentirte en mis pies y no huir de ti.
Rocio de las mañanas, solo recibes órdenes y muy contenta las acatas; dime a qué hora sales para recibirte, para que le mandes un mensaje al señor a quien sirves, para yo servirle también. Para que cambie en mí mi corazón de piedra y ponga uno nuevo y así poderte sentir en mis pies.