Deja de pensar
Un joven entró a una consulta; sus manos temblorosas traicionaban su estado.
—¿Podría darme una receta de pastillas para el dolor?
—No, deja que duela.
—No lo entiende, tengo que entregar mis partes todos los días.
—La cura no la tengo yo, la tienes tú.
Deja de entregar eso que te hace ser tú; no recibirás nada a cambio. Y si no quieres tener más ataques de ansiedad, deja de pensar.