Mis fragmentos
Hoy busqué mis fragmentos y no logré hallarlos. ¿Dónde se encuentran? Levanté mi mirada y allí las vi; las tenías tú, como si nada, sin siquiera darte cuenta. Intento alcanzarte para arrebatártelas, pero no me lo permites.
¿Qué es lo que quieres? Esa será la pregunta que me conducirá a la destrucción.
Por donde caminas, hay un temblor que apenas percibes, inmerso en tu propia contemplación. Mis manos se aferran a las espinas para proteger tu cuerpo de cualquier daño.
Una bala directa al pecho, y yo me interpongo ante ella, porque tu muerte sería también la mía; sin embargo, al menos la mía no sería la tuya.
Mis fragmentos, colmados de colores, los veo esparcidos por el suelo; observo cómo continúas dispersándolos, creyendo que no son más que polvo de algún veneno.
Mis fragmentos no son únicamente míos; desde el momento en que los pisoteaste contra el cemento, se convirtieron en tuyos. No son nada, a pesar de que me duele siquiera contemplar la idea de que alguna vez fueron míos, que deseaba fervientemente recuperarlos. Quédate con ellos, pero ten presente que jamás volverás a verme.
Incluso la persona que más ama puede llegar a cansarse de amar.