Mi Padre volvió por mí
Me caí, lo reconozco, y mientras estaba en el suelo, sufría y lloraba mi corazón. Tú siempre estuviste ahí, en mi proceso, esperando que me diera cuenta del daño que me hacía y del que estaba causando. Entendí que, aunque lo quisiera demasiado, me hacía daño; me alejaba de Dios y de mi propósito. Sabía que Él estaba allí, esperando.
"Ven, hija mía, sé que duele, pero conmigo ya no sentirás el dolor". Necesité de un tiempo para procesar eso. El enemigo me tenía atada de manos, con ansiedad, un amor tóxico y problemas en mi familia. No sabía qué hacer.
Hasta que me di cuenta de que no quería ver lo que había para mí al frente; Jesús me esperaba.
Su palabra, la oración y las alabanzas serían un abrazo para reconfortarme y para que supiera que Él estaba allí, que no me iba a dejar en el suelo.
Entonces mostró su poder una vez más, levantándome y castigando a mis enemigos y a todo eso que me hizo daño.
"Eres fuerte", me dijo.
Volví a renacer y aprendí que solo somos Él y yo. Porque fue Él quien me consoló y un abrazo me dio.
Lo del mundo no lo quiero.
Padre, consuélame con lo del cielo, que me llena de paz; he aprendido la lección.
Tu hija ha vuelto más fuerte después de haber pasado por el fuego.