Poemas para todos

Canto a la infidelidad y a la redención.

En medio del camino de mi vida, me encontré con la traición, un mal que se esconde en las sombras, y que carcome el corazón.

¡Ay, infidelidad, qué fatal eres!, serpiente que se arrastra sin piedad, y que muerde con su veneno mortal, al amado que confió en la lealtad.

El corazón del hombre es como una hoguera, que arde con la llama del amor, pero cuando llega la infidelidad, se apaga y queda sumergido en la oscuridad.

Es como un cielo que se convierte en tormenta, y las lágrimas que fluyen son como la lluvia, los sueños rotos son como el viento que sopla, y la traición es el relámpago que todo lo desgarra.

Así, a la mitad de mi vida, me encontré rodeada de tinieblas, y fue entonces cuando vi la sombra de aquella infidelidad que me hacía sufrir.

Fue un ser querido en quien confié, quien me traicionó sin piedad, dejándome sumida en la tristeza, desconsolada en la soledad.

¡Ay, infidelidad, cuánto daño haces! No hay dolor más grande que el que causas, y ninguna herida que dejas es tan profunda como la que se siente en el corazón.

La traición es una bestia feroz, que devora todo a su paso, y no deja nada a su paso, sino dolor y tristeza en el corazón.

En medio de la oscuridad y la tristeza, me encontré sumergido en el abismo de la infidelidad, con el corazón roto y la esperanza perdida, sin saber cómo salir de ese laberinto sin fin.

¡Oh infidelidad, qué amarga es tu sombra! Qué oscuro es el camino que traes contigo, qué difícil es escapar de tu abrazo y qué doloroso es seguir adelante sin ti.

Así, en medio del camino de mi vida, me encontré con la traición y el dolor, y fue entonces cuando comprendí que el verdadero amor no conoce la infidelidad.

Pero, a pesar de la traición y del dolor, de la sombra que dejó aquel engaño, no perdí la fe en el amor, ni abandoné la búsqueda del perdón.

Pues bien, aunque la infidelidad duela y duela, no es menos cierto que el perdón sana y redime, y nos ayuda a encontrar la luz, en medio de la oscuridad y la penumbra.

Es cierto que el perdón no es fácil, y que el camino hacia él es tortuoso y escabroso, pero también es cierto que al final del camino nos espera la paz y la libertad que buscamos.

Y así, decidí perdonar a ese ser amado, que me traicionó sin piedad, porque comprendí que el verdadero amor es el que abraza el perdón con humildad.

Fue así que el perdón se convirtió en un faro que iluminaba mi camino, y me enseñaba que, a pesar de la traición, el verdadero amor siempre brilla en el horizonte.

El perdón no borra la infidelidad, ni la convierte en algo dulce y hermoso, pero sí nos permite sanar nuestro corazón y encontrar la paz que tanto necesitamos.

Perdonar no significa olvidar, pero sí nos libera de la carga del resentimiento y nos permite seguir adelante, esperando un amor más fiel y verdadero.

Y así, gracias al perdón ya la fe, pude salir del abismo de la infidelidad, y encontrar de nuevo la luz y la alegría, en el camino que me lleva a la felicidad.

Ahora sé que la infidelidad no es el final, sino un paso más en el camino del amor, y que, a pesar del dolor y la traición, siempre habrá una luz que guíe nuestros corazones.

Por eso, canto al perdón ya la esperanza, a la luz que ilumina nuestro camino ya la fuerza del amor verdadero, que nos llevará siempre a la felicidad y al perdón.

Y así, después del perdón y la sanación, mi corazón volvió a latir, con la fuerza de un amor más profundo y la alegría de un renacimiento.

El dolor y la traición ya no pesaban tanto, porque mi alma había encontrado su paz, y en medio de la oscuridad y la incertidumbre, había encontrado una nueva luz para brillar.

Ya no me aferré al pasado doloroso, ni dejé que la sombra de la infidelidad me oscureciera, porque sabía que en el presente y en el futuro se abrían nuevas posibilidades para amar y ser amado.

Y así, comencé a mirar hacia el horizonte, con una sonrisa en el rostro y un brillo en los ojos, porque sabía que, a pesar de la tormenta, el sol brillaba con más fuerza después de la lluvia.

Descubrí que el verdadero amor no es posesión, ni control, ni miedo a la pérdida, sino una fuerza que nos eleva y nos hace mejores, y nos guía hacia la plenitud de nuestra humanidad.

Y así me abrí a nuevas experiencias y nuevos amores, con la certeza de que el corazón siempre tiene más para dar, y que, aunque el pasado nos haya lastimado, siempre hay una nueva oportunidad para amar.

No negué mi pasado ni mi dolor, porque gracias a ellos me había vuelto más fuerte, pero tampoco me dejé atrapar por ellos, porque sabía que mi futuro era más grande y brillante.

Comprendí que la vida es una evolución constante, una danza entre luces y sombras, y que el secreto de la felicidad es abrazar a ambas y encontrar el equilibrio que nos permita brillar.

Así, canto al renacimiento ya la libertad, a la posibilidad de amar y ser amado nuevamente, a la fuerza del corazón ya la sabiduría del alma, que nos guían hacia la plenitud y la felicidad.

Ya no le temo a la infidelidad ni a la traición, porque sé que, aunque duelan, no son el final, sino una oportunidad para crecer y madurar, y encontrar el verdadero amor que nos hace vivir.

Y así, canto al verdadero amor y al renacimiento, a la fuerza del perdón y de la esperanza, que nos permiten superar las pruebas de la vida, y encontrar la luz que nos conduce a la felicidad.

Pero no todo en el camino hacia el renacimiento es fácil de aceptar y superar, ya que la sombra del dolor y la traición a veces se aferra con fuerza al corazón.

Así, en el camino de mi propia sanación, descubrí que el perdón es una llave poderosa, que nos libera de las cadenas del resentimiento y nos abre a un mundo de paz y reconciliación.

Pero perdonar no es fácil ni rápido, es un proceso que requiere tiempo y paciencia, amor propio y compasión hacia los demás, dejando ir la ira y el dolor que nos causó la ofensa.



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En el texto hay: romance, poema oscuro, porma

Editado: 11.04.2023

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