Aguardo a que
la zarza en llamas
aniquile
los umbrales de la muerte.
Aguardo a que
el verano de tu cólera
destruya mi corazón
a dentelladas.
Aún no sé
porque
el funeral inaudito de tu risa
se escribe con ansiedad e ira.
Aún no sé
porque
tu helada complacencia
escapa hacia el abismo.
El cielo airado
muestra el horrendo cataclismo
de tu pútrida rosa
que ansiosamente se consume.
Ya estás
con tus silencios consumidos
mientras tu invernal sollozo
desprecia el torrente de mis sueños.
Tu palabra es
el arrullo miserable
del espasmo cotidiano
que flota en el espacio.
Solo me quedan
las ruinas de mi sombra
devorando mi alma
con inédita avaricia.