Se envenenó la mente con un sin fin de preguntas sin respuesta
en busca de quién le respondiera tocó cada puerta.
Y cada puerta le fue abierta solo para cerrarse con una fuerza mayor que la vez anterior.
Con la nariz rota intento justificar el golpe hablando suavemente a través de la madera, y através de la madera le fue devuelto el eco.
Tenía una respuesta.
¿La que que quería, o la que necesitaba?
Lo que fuera estaba allí, y no había más.
Nada más que una verdad, la pérdida de la dignidad.