Siempre que quiero nombrar una estrella nubes grises y tristes nublan el camino.
Mi soledad me está ahogando.
Las tormentas de mi mente me dicen que no me atragante con el calor de las respiraciones de gente que me rodea pero no puedo ver.
Me ahogo en mis propios juegos.
Una pluma azul y una hoja rayada de un cuaderno viejo de secundaria con palabras estúpidas no van a poner comida en mi mesa ni almohadas en mi cama todos los días.
No le puedo dar una mordida a mis sueños.
Y saber eso es lo que siempre me arrastra hasta la oscuridad.
Es lo que me mantiene llorando con las luces apagadas hasta quedar dormida.
Es lo que no me deja gritar.