Coloque todas mis lágrimas en un vaso junto a mí mientras te escribo las últimas palabras que te dedicare.
“¿Recuerdas uno de mis cumpleaños en el que te quedaste conmigo hasta tarde? ¿No? Pues tú cantaste para mí.
Ese es mi recuerdo atesorado.
Todos mis demás recuerdos junto a ti, por más dulces que sean, me hacen ver las estrellas durante melancólicas noches y me hacen preguntarme porque no soy lo suficientemente buena para ti.
Las manecillas de los relojes giran y giran y eso me hace recordar que tú siempre vas a ser mi primer gran amor. El que más ha durado en mi corazón. El que me saco de mi lugar en la oscuridad y libero mi amor”.
Te escribí palabras que seguramente no tienen significado para ti. Pero, para mí, es la única manera de desenterrar mi corazón de mi pecho y demostrar cosas que no puedo decir con palabras habladas.
Puedes ignorar este poema si no te importa.
“Al demonio la hoja. Al demonio la pluma. Al demonio mi alma”.
Yo ya dije todo lo que tenía que decir.