Te soñé en cada amanecer,
pero al despertar, solo encontré fragmentos de tu piel.
Éramos dos almas deseando un abrazo,
pero el destino nos separó con su cruel indiferencia.
Cada palabra tuya era un poema no escrito,
cada mirada, una promesa no cumplida.
Te amé con la fuerza de un océano,
pero tu amor fue una marea que nunca llegó a mi orilla.
Las promesas que hicimos eran castillos de arena,
se desmoronaron con cada ola de tus miedos.
Cada risa compartida, cada susurro en la oscuridad,
se convirtieron en fantasmas que ahora me atormentan.
Me dejaste con el peso de un futuro incierto,
buscando respuestas en un corazón que nunca fue mío.
Nuestro amor era un sueño que se deshizo,
y yo, una viajera perdida en su propio espejismo.