En el silencio de tus decisiones,
encontré un eco de mi dolor,
un susurro de lo que podría haber sido
si tus miedos no hubieran intervenido.
Éramos dos mujeres buscando un refugio,
pero tú te escondiste en tus propios temores,
dejando que el miedo construyera un abismo
entre nosotras, inalcanzable y frío.
Cada encuentro era un lienzo pintado de esperanzas,
cada despedida, una página rota en nuestro libro.
Te amé sin reservas, sin entender el final,
y en tu indiferencia hallé el abismo de mi tristeza.
Las noches en las que compartimos secretos,
los días en los que nuestros sueños se entrelazaban,
ahora son solo ecos en un vacío de recuerdos,
un eco que me recuerda lo que nunca pudo ser.
Eras mi refugio en un mundo incierto,
pero elegiste ser una tormenta en lugar de un sol.
Ahora, en el vacío de tu ausencia,
mi corazón busca el consuelo que nunca encontré en ti.