En los pasillos de mi memoria,
aún resuena tu risa como un eco lejano,
un eco que se desvanece con cada latido,
dejándome sola con el vacío de tu ausencia.
Éramos dos corazones destinados a encontrarse,
pero tus miedos fueron barreras inquebrantables,
y mis lágrimas, ríos que nunca cruzamos.
Te amé con la pureza de un amanecer,
pero tu amor fue una noche interminable.
Cada caricia fue un intento desesperado
de arrancar tus dudas y construir un puente,
pero tus susurros eran vientos que destruían
todo lo que trataba de edificar con mi amor.
Te buscaba en cada rincón de mis sueños,
esperando encontrar una señal de esperanza,
pero solo hallé sombras y espejismos,
reflejos de un amor que nunca pudo ser.
Ahora, en el silencio de mi soledad,
me pregunto si alguna vez sentiste lo mismo,
si en algún momento tu corazón latió por mí
como el mío latió desesperado por ti.