Llorar no es debilidad
Y las ganas de llorar
emergen por las grietas
de este ser vulnerable y sensible.
No es debilidad.
Es la forma en que el alma
desahoga lo que no sabe nombrar.
A veces no lloro por tristeza,
sino por sentir demasiado.
Por sostener tanto sin que se note.
Por vivir en silencio batallas
que nadie imagina.
Y entonces, sí,
lloro.
Pero no me rompo.
Me limpio.
Me abrazo.
Me reconozco.