SANTO, SANTO, SANTO

Altísimo Dios, en la suavidad y en la frescura del viento ahí estas tú, en los lugares más peligrosos y hostiles, ahí estas tu para resguardarnos. Cambias la atmosfera en el lugar donde estemos buscándote, porque tu estas en todos lados, vuelves la atmosfera tierna y agradable. Avisándonos que tu estas ahí. Tu nunca nos dejas, nunca nos abandonas, nos aconsejas para que vayamos por el camino correcto, eres justicia y verdad, eres fiel y poderoso, eres mi torre fuerte, mi castillo, mi páves y mi roca. No hay nadie como tu, señor Jesucristo, oh Dios todopoderoso señor.

A esta hora, en este momento, en este minuto y segundo, y centésima de segundo, yo me uno a las cuatro criaturas vivientes, y me postro ante ti, y te digo Señor mío, oh Jehová Dios, que tú eres santo, santo, santo... santo, santo, santo... eres santo, santo, santo... y no me cansaré de decirte que eres santo, santo, santo, eres perfecto y maravilloso, grande y poderoso, porque tú eres santo, santo, santo... me uno también a los veinticuatro ancianos, y sigo diciéndote oh padre celestial, que eres santo, santo, santo, por los siglos de los siglos y eternamente, santo, santo, santo... santo, santo, santo... santo, santo, santo...