Padre eterno, he me aquí, he me aquí Señor Jesucristo, tú lo sabes todo de mí, y antes que te diga o pregunte las cosas; ya lo sabes, a ti no se te puede esconder nada, porque tú lo sabes todo de mí, y de toda la humanidad. Sabes muy bien que tengo dificultades con los deseos de la carne. Lo reconozco Señor, reconozco que me falta más control, porque si quiero perfeccionarme, me falta mucho, y solo podré perfeccionarme con tu presencia, no me dejes y no me desampares y lléname con tu Santo Espíritu, para poder resistir a tanta tentación del enemigo, el cual usa a personas para provocar un sin número de emociones que no me convienen.
La carne necesita control, porque si no está en control o dominio propio, se desenfrena en enojos interminables, en iras interminables, lascivias interminables, lujurias interminables, contiendas y peleas interminables, glotonerías interminables, fornicaciones y adulterios interminables, altanerías y vulgaridades interminables. Y mucho más si no controlamos la carne.
Oh, Jehová Dios de los ejércitos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, te pido y te suplico que fortalezcas mi espíritu, para batallar aún más con todas las tentaciones del enemigo.