Guíame, oh Señor Jesucristo, tú que estas en los cielos, y que reinas por siempre, eres Rey de reyes y Señor de señores, necesito de ti, porque no soy nada sin ti.
Alma mía, adora al Señor, no seas rebelde y obedece al altísimo, no te entristezcas por las muchas aflicciones que hay en el mundo, y mantente sostenida en Dios, llénate de la luz admirable del altísimo.
Alma mía, alaba al Señor, adora al Señor, porque él es digno de toda exaltación, de toda adoración y de toda alabanza. Amen.