En este día luminoso ando en penumbras.
Recuerdo los días donde solo tenía una compañía.
Mi única y gran alegría.
Ahora que ya no está, me siento tan solitaria.
Muy alegre, pero tan solitaria.
Esa compañía me lleno tanto el alma, que no necesitaba de otros para completarla.
Me sentía completa, no había más que deseará.
Podría resignarme a no tener más compañías.
Ya tenía la que necesitaba.
SU compañía.
Pero esa compañía se iba alejando de mí.
Mientras yo también me alejaba de allí, aun me mantenía aferrada a un pedazo de su ser.
Manteniendo la esperanza de que algún día pudiera sentir otra vez ese calor que cada tanto pedía.
Mientras se iba alejando y creando su nueva compañía, yo aun me mantenía fiel a mi convicción que mi espera terminaría.
Y si terminó, yo con nuevas compañías, extrañando su exorbitante dolor.
No por los momentos que compartí, comprendí que solo el inicio tenia sentido para las dos.
Si no, por el calor que recibí en ese entonces, calor que no he encontrado aún.
Solo han pasado meses, y el peso de su iba empieza surgir dentro de mí.
Solo espero que este sentir se valla con mi ridículo huir.