En mi sueño observe una gran familia en su morada.
Me centré en dos jóvenes, y su matriarca.
Ambos jóvenes opuestos, más nunca los verán como en realidad son.
El chico a la derecha de la matriarca estaba.
Más la chica a su izquierda se quedaba.
Miré a la matriarca tomar las manos del chico.
Alardeando su amor por su único hijo.
Mientras la chica se mantenía firme a su izquierda,
Esperando que algún día se diera cuenta que ella con ansias la espera.
A ella, una entidad la abrazó en las sombras.
Se veía grande y pesada, pero a ella no le importaba.
El ambiente en penumbras parecía su zona de confort…
O ¿tal vez fue exiliada sin razón?
Logré escuchar los ambiguos susurros que desprendía su ser.
“Resignación”, ese fue el nombre que le dio.
Y no se apartó de él, sin importar la situación.
La matriarca se levantó de su silla, ansiosa de pronunciar su siguiente dicha.
Miró al chico y exclamó: “Serás un excelente soldado, mi hijo amado”
La chica escucho su dicha, y en su agonía, a la Resignación bruscamente empujó.
“Ira” se aprovechó de su situación, y rápidamente la impulsó.
La chica entre sus quejas finalmente exclamó.
“Yo he deseado con esmero ser un soldado, él nunca lo deseó” …
“Yo lo logré primero, ¿por qué él se lleva mí merito?”
La matriarca solo calló.
Y con su mano acarició su hombro y se marchó.
Presencié como una nueva identidad emergía de ella.
Una mucho más grande, una mucho más pesada.
Y se autoproclamó como “Frustración” y el cuarto se llenó.
Me desperté, con mi corazón latiendo al mil.
Fue un sueño raro, más vivido de lo normal.
Mi día oscuro se quedó, no entendía la razón.
Más no me importó.
En la misma noche, visité a mi abuela.
En la cena me senté al lado de ella.
Y mi primo, llegó y a su lado también se quedó.
Era curioso, era idéntica a la escena de mi sueño.
Y ahí lo entendí… Que debía irme de allí.
Me levanté y corrí como si mí vida dependiera de eso.
Me adentré al bosque, y de pronto vi a Resignación.
Entre más me acercaba al corazón del bosque,
Encontré a Ira quien me impulsó, pero me agotó completamente.
Seguí caminando hasta que por fin llegué al centro del bosque.
No había luna, no había manera de saber que me esperaba ahí.
Me rendí, y caí, y la Frustración me encontró y me abrazó.
Me absorbió completamente.
Y a él sucumbí, sin negarme.
Entre mis penas, pedí un deseo…
Solo deseo ver el sol…