Poesías de una Principiante

FIESTA DE LA VIDA

En una fiesta, un hombre aguarda a su soñada.
Vestido de radiante confianza, su ilusión apagada.
Una mujer de rojo se acerca, proponiendo bailar con destreza.
Pero el hombre la ignora: en su mente hay otra belleza.
No le gustó. La rechazó: no era la musa de su certeza.

Pasó poco tiempo, y otra mujer llegó, sin nada que temer.
Era encantadora, con un brillo sin igual, vestida de tul y placer.
Él, ofendido, la rechazó, sin duda, no ella quien él ansia ver.
La música subía el ritmo, con notas que retumban el corazón,
pero él seguía inmóvil, prisionero de su loca obsesión.

Al pasar las horas, cada vez más inquieto, a su alrededor observó.
En el centro del espectáculo estaban esas mujeres que rechazó,
bailando con pasión al lado del hombre que sí las valoró.
Y aunque en su pecho sentía arrepentimiento y frustración,
decidió esperar a la reina de su propia ilusión.

Entonces apareció la tercera mujer, muy distinta en comparación.
Serena y altiva, una risa ligera y cautivadora, llena de comprensión.
Sin mucho rollo comenzaron a hablar, y el tiempo comenzó a volar.
En comodidad, ella dio el primer paso. Dulcemente lo invitó a caminar.
Pero él, aunque conmovido… la dejó marchar… aun quería esperar.

En su eterna espera, pensó que quizá debió irse con ella.
Su oportunidad anhelada, no era el tipo de doncella que esperaba.
Cuando admitió su equivocación, corrió tras ella lleno de desesperación.
Mas la música calló… la luz se apagó, y la fiesta se acabó.
El baile se terminó, y con él, su última ocasión se esfumó.




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