Acosta ñú, campo desolado,
cual mudo grito de un niño abandonado,
a su suerte, entre la tiranía de tres países combatientes.
¡Mamita!, exclamaba el niño,
desecho en dolor al verse atrincherado,
de nada sirvieron las súplicas, ni las lágrimas,
ellos lucharon como leones embravados.
¡Vencer o morir!, decían los pobres
aguantando las injustas penurias.
La muerte vino por ellos,
a acallar sus alegres cantos.
¿Cuánto más sufrirán los niños por la patria?
porque a pesar de que han pasado los años,
muchos siguen siendo explotados,
pasan hambre, miseria,
y nosotros, impotentes,
vemos como los cobardes
y no los ayudamos.