Sé que ninguna existencia,
Es una simple coincidencia,
Somos un hermoso broche,
Que adorna cada noche,
El peinado preferido,
De un camino perdido,
Iluminado con fuego,
De un perverso juego,
Que ahora el hombre,
Lo ve como costumbre,
Pero que es un lamento,
Que duele cada momento,
Y no deja el alma florecer,
Y comienza a desaparecer,
Esa delicada fragancia,
De pureza de la infancia.