El duelo de miradas del que era testigo entre ambos era intensa. Miré a cada uno, ambos tenían una postura firme y no pude descifrar la mirada de Brad en esta situación.
– ¿Qué te metes? Esto es entre ella y yo –dijo molestándose de que se metiera en nuestra conversación.
Aunque la que debería estar molesta por todo soy yo.
– Me meto todo lo que quiero, porque a la mujer que le estás hablando es MI mujer –resaltó las últimas dos palabras y lo miré sorprendida–. Y agradecería que ésta sea la última vez que hables con ella. ¿Acaso no sabes quién soy? –le preguntó sobrándolo–. Porque si me entero que la volviste a buscar vas a tener problemas. Te puedo hacer meter preso si quiero –habló serio y amenazante.
Clark quedó atónito y yo no podía creerme lo que acababa de decir. ¿Esto es real? ¿Está pasando de verdad?
Nunca nadie le había hablado a Clark de esa forma. Pero siempre había una primera vez para todo.
Más allá de cómo le habló la postura que adquirió Brad ante Clark era totalmente intimidante. Sobretodo por la diferencia de altura, le sacaba como una cabeza. Y mi ex era un debilucho frente a semejante hombre que era Brad.
– Perdóname, no sabía que tú serías su novio –dijo nervioso y algo asustado.
¿Dónde quedó toda esa hombría de hace un rato? Me reí internamente y negué con la cabeza.
– Ahora lo sabes –Brad relajó su gesto– Espero que ésta sea la última vez que te veamos ¿O no amor? –me preguntó y apoyó su mano en mi hombro e hizo una pequeña presión dándome a entender que le siga la corriente.
¿Amor? Se escuchó tan extraña esa palabra de su boca y más dirigida a mí.
– Esperemos que así sea…–intenté sonreír– y también espero, Clark, que entiendas que lo nuestro no funcionó y no funcionará jamás. Porque estoy en pareja –señalé a Brad– como verás y, porque no volvería con alguien que me engañó.
– Bien, no te molestaré más…–desvió su mirada hacia Brad– y amigo, quédate tranquilo que no la voy a buscar más –dijo y dio media vuelta para irse pero se detuvo y volvió su mirada a él–. Una cosa… cuídala. No cometas la misma estupidez que yo. No la pierdas porque ella vale la pena. –dijo y se fue.
¿Ahora se da cuenta que realmente valgo la pena? Menudo idiota que resultó demostrándolo al engañarme con mí mejor amiga y en nuestra cama.
Brad quitó su mano de mi hombro y se acercó a cerrar la puerta. Yo suspiré y me tapé la cara con mis manos realmente frustrada y agradecida por su ayuda.
– Gracias –dije descubriendo mi rostro y mirándolo al fin–. De verdad, gracias.
– No hay porqué. –se apoyó sobre la puerta mirándome y cruzó sus brazos en su pecho.
Ahora me resultaba más difícil descifrarlo. ¿Con qué propósito me ayudaste, Brad?
– No sabía qué más hacer para sacármelo de encima –suspiré–. Siempre venía con el mismo cuento. Peor que vos me ponía –dije riendo nerviosa y me sorprendí de que él también lo hiciera.
Su risa es encantadora ¿En serio pensé eso? Es que es la primera vez que lo escucho reír.
– Lo noté, por eso intervine… es alguien muy insistente.
– Irritante, diría yo. Y lo peor que no se daba por vencido nunca.
¿Que hago yo contándole mis cosas a él? No lo sé, tú dime. –se burla mi consciencia–.
– A mi parecer él tiene razón en algo –dijo y lo miré pensando en qué podría tener razón Clark.
– ¿En qué? –enarque mi ceja.
– En que no le das oportunidad al perdón y que a veces sos terca –hizo una mueca y me miró fijo.
¿En serio dijo eso?
– Estás equivocado. El perdón se le da a quién se lo merece y él no se lo merece por haberme engañado con mi mejor amiga –suspire–. No soy terca y no quiero seguir hablando de este tema.
Me puse de pie y el café que ya estaba frio lo derramé por completo a la pileta.
– Y si yo te pidiera perdón ¿Vos me perdonarías? –me preguntó y no entendí bien a qué se refería. Di media vuelta y lo miré.
– ¿Perdonarte a vos? ¿Por qué? –pregunté un poco seria–. Por el hecho de que siempre terminamos discutiendo cuando nos dirigimos dos o tres palabras, como sucedió ésta mañana. –le recordé.
– Por el hecho de haber generado un ‘cortocircuito’ entre nosotros –dijo haciendo comillas con sus dedos y su mirada se volvió más intensa.
– No puedo creer que estés aceptando de que el hecho de que nos llevemos mal, sea tu culpa –dije riendo un poco sarcástica.
¿En serio estaba pasando esto?
– Aunque compartimos la culpa –suspiró–. Vos dijiste algo y yo respondí mal.
– Fue sólo una opinión como cualquier otra, no sé por qué te molestó ni por qué me respondiste mal.
Se quedó callado por unos segundos y yo me dediqué a lavar mi taza y entonces volvió a hablar.
– Es que a veces me defiendo así, atacando –se justificó y no entendí bien.
– ¿Defenderte? –lo miré de reojo–. No te entiendo ¿De qué? ¿De mí? –fruncí el ceño ante mi pregunta y lo miré de frente.
Él no respondió, solo mantuvo su mirada fija en mí. No sé cómo, pero comprendí lo que quería decirme. De alguna manera pude leer sus ojos. Al darme cuenta mi mundo cambió como si hubiera dado un giro de 180°. Mi corazón se aceleró de golpe producto de los nervios que me había generado en ese momento.
Mi cabeza estaba muy confusa. Ya que lo único que él me generaba eran dolores de cabeza por su constante actitud negativa, jamás me sentí nerviosa ante él o sentir algún otro sentimiento similar.
Esto era nuevo para mí.
Desde un principio me había bloqueado la idea de que él pudiera gustarme en algún momento. A pesar de ser alguien atractivo no quería ilusionarme con alguien que me trataba siempre mal.
Resulta que al parecer esa idea nunca iba a llevarse a cabo.
– Brad… por favor, somos muy diferentes. –aparté mi vista de él y dejé la taza sobre la mesada.
– Si quieres seguir creyendo en eso, hazlo –habló seguro de sus palabras–. Pero la realidad es otra. –escuché sus pasos acercarse y mi cuerpo se tensó en microsegundos y me vi obligada a relajarme.
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Editado: 30.11.2020