Desde ésa noche todo cambió entre nosotros y cómo es obvio, no le dijimos a nadie lo que nos pasaba. Aunque creo que sospecharon igual ya que nuestras discusiones menguaron un poco desde aquel día. Nos mirábamos de reojo, nos sonreíamos disimuladamente y siempre que no hubiera nadie nos besábamos.
Parecíamos adolescentes ocultándonos en los pasillos del colegio. Era una sensación increíble.
Y casi todas las noches llegaba a mí departamento, disfrutábamos de una buena cena y nos entregábamos a esto que nos pasaba. Éramos insaciables cuando de sexo se trataba.
Todavía no había podido darle el nombre que le correspondía a esta relación que teníamos.
Creo que hablar de amor es demasiado pronto ¿o no? El sólo hecho de pensar en esa palabra me revolvía el estómago de los nervios.
Creo que ambos evitábamos dar ese siguiente paso entre nosotros, estábamos bien como estábamos ahora o eso creía yo, ya que pasadas algunas semanas ya no pudimos ocultar y negar nada ante nadie.
Nos habían descubierto.
– ¡No es cierto! –expresó Taylor asombrado al ver nuestra demostración un tanto exhibicionista.
Me bajé rápidamente de la mesada y acomodé mi vestimenta y mi labial que seguro se corrió, las facciones de Brad demostraba que estaba un poco molesto, con mi pulgar limpié el resto de labial que quedó en su boca. Su camisa estaba desabrochada en los primeros botones y muy arrugada. Todavía le daba la espalda a sus compañeros y yo cubría mi rostro en él.
Sí, era una situación vergonzosa.
– ¿No que se llevaban mal? –pude notar la diversión en la voz de Taylor. Idiota– Es que me tomaron por sorpresa ambos...
– ¡Cierra la boca, ¿quieres?! –espetó Brad.
– Muchachos, no tengo toda la tarde... –¡carajo! Esa es la voz de Sean– ¿Qué sucede aquí?
Brad me miró con sus ojos verdes muy profundos y se dio la vuelta para confrontar la situación. Acomodó sus cabellos con sus dedos y me extendió su mano. La tomé demasiado nerviosa y apreté mis labios.
Sí, ambos debíamos enfrentar esto en algun momento y este parecía ser el momento.
Respiré hondo y me llené de seguridad que él me brindó al mirarme.
– ¿Qué significa esto? –pregunto Sean.
– ¿No es obvio? –dijo Taylor con una mirada pícara.
Estoy segura que Brad lo fulminó con la mirada porque ya no dijo más nada.
– Los dos estamos saliendo, eso es lo que sucede –habló Brad con naturalidad.
– ¿Saliendo? ¿Tú y Milena? –preguntó Sean sin querer sonar incrédulo ante la situación– ¿Son novios, acaso?
Me puse nerviosa ante la pregunta. Jamás le hemos puesto titulo.
– Sí, así es, somos novios –sentenció de una vez.
Esboce una pequeña sonrisa ante sus palabras. Yo que sentía cierto temor hablar con él sobre ponerle titulo y él lo vocifera frente a sus compañeros y su mánager.
– ¡¿Qué?! –preguntaron Taylor y Greg al unísono.
A ellos no les pareció muy conveniente que uno de los integrantes estuviera en alguna relación amorosa. Aunque más les costó creer fue que Brad pudiera estar en una relación de ese tipo ya que lo consideraban un tipo rudo de esos que no se enamorarían jamás.
Y consiguiente también creían que eso podría quitarles algunas fanáticas a la banda. A Brad le pareció estúpida esa idea y que si la gente los quería seguir que fuese por la música que creaban y no por si ellos eran guapos o cosas por el estilo.
Con un poco de dudas aceptaron lo que Brad les decía. Más allá de si aceptaban o no, él estaba decidido a seguir con esto que teníamos. Eso me lo dejó claro desde el primer día.
– Ya es un hecho –dijo besando mis labios una vez que quedamos solos–. Somos novios.
– Así parece –sonreí–. Pensé que tú no... querías.
– Cariño, yo lo quiero todo contigo.
Me miró fijo a los ojos, rozó su nariz con la mía y su cálido aliento chocaba en mi rostro. Cerré mis ojos dejándome llevar por las sensaciones que provocaba en mi interior. Volvió a besar mis labios y mordió mi labio inferior, gemí por lo bajo y aprovechó para introducir su lengua en mi boca. Me tomó de la cintura uniéndome a él y haciéndome consciente de su excitación. Rodeé su cuello con mis brazos y bajó sus labios a mi cuello estremeciéndome a niveles estelares.
– Me tienes loco –susurró en mi oído al tiempo que mordía el lóbulo de mi oreja generando descargas eléctricas en todo mi cuerpo–. No resisto hasta la noche.
– Aguanta sólo dos horas –me miró haciendo puchero. Sonreí y dejé un casto beso en su boca y mordí su mentón suavemente–. Y haré eso que tanto te gusta –susurré con voz seductora y me miró risueño.
– Será un sacrificio con una gran recompensa –reí ante su ocurrencia–. Estaré contando los minutos.
Otro día más que llega a su fin. Concluí con mi trabajo, busqué mis cosas, me despedí de todos y me fui rumbo a mi departamento.
La mayoría de las veces salía antes que Brad. Hoy es uno de ellos.
Arrojé mi bolso al sofá y me fui al baño directamente a ducharme. El agua tibia relajaba todos mis músculos. Me envolví en mi bata y secando mi cabello con la toalla me dirigí a la cocina y me serví una copa de vino que bebí al instante.
Todavía no caigo que haya dicho ante todos que éramos novios. No puedo creerlo. Estoy sonriendo como tonta enamorada.
El sonido de las llaves en la cerradura me daban el anuncio de que Brad llegó. Sonrío. Al cabo de unos segundos hace su presencia en mi departamento. Se quitó su chaqueta de cuero que colgó en el perchero y se acercó hacía la cocina.
A paso firme y decidido llegó hasta mí para arrebatarme el aliento con uno de sus apasionados besos y no tardó en dejarme sentada sobre la mesada. Lo envolví con mis piernas y en un santiamén estoy húmeda para él. Su lengua se acompasaba con la mía y es increíble cómo juntos funcionamos muy bien.
Descendió sus labios por mi mandíbula dejando beso tras beso hasta llegar al hueco de mi cuello y yo me retorcía bajo su tacto.
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Editado: 30.11.2020