Meses después.
Brad iba de un lado a otro de la casa buscando el bolso. Yo sólo lo miraba y me aguantaba la risa. Era obvio que estaba más nervioso y ansioso que yo. Llegó a mi con el bolso en manos y agitado.
– Listo, vámonos.
– ¿Sabes que fue sólo una contracción, verdad? El bebé tardará horas en nacer. –dije tranquila para que él se calmara.
– Pero ya tienes dolores y quiero que te atiendan lo antes posible –me miró bastante serio así que no objete a nada–. ¿Vamos?
Sonreí ante su preocupación y me tomó la mano; salimos de casa directo a la clínica.
Brad ya le había comunicado a todos que el bebé venía en camino. Al llegar a la clínica los encontré a todos allí esperando. Sabía que siempre podría contar con todos ellos.
Me llevaron a una habitación y me prepararon para el momento más importante de mi vida. Obviamente que Brad estaría conmigo en ese momento.
Después de varias horas de dolores a causa de las contracciones y sufrir el dolor mayor que es el parto nació nuestro hijo. Bruce. Un niño perfecto y el reflejo de su padre y el fruto de nuestro amor.
¿Qué más podía pedirle a la vida? Si ya lo tenía todo. Con él estaba completa.
FIN.
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Editado: 30.11.2020