Polos Opuestos Se Atraen

Capítulo 5: lecciones inesperadas

​Asher no sabía por qué, pero había algo en la expresión de Lloyd que le resultaba fascinante. No era la sonrisa fácil de sus amigos o el halago que esperaba de los demás. Era algo más, una mezcla de escepticismo y curiosidad que desafiaba su mundo.

​Dos días después del encuentro en el gimnasio, Asher vio a Lloyd sentado solo en el patio, luchando con una máquina expendedora que no funcionaba. Lloyd golpeaba el cristal con la mano, la frustración evidente en su rostro. Asher se acercó.

​—A esa máquina no le gusta la violencia. Tienes que ser más sutil —dijo Asher, con una sonrisa.

Lloyd se giró, con una mirada de exasperación.

​—No me digas que eres un experto en máquinas expendedoras.

​—No, pero sé que no todos los problemas se resuelven con la fuerza bruta — respondió Asher. Se metió la mano en el bolsillo y sacó una moneda. La deslizó en la ranura y, en lugar de elegir un producto, dio unos pequeños golpes en el costado de la máquina, con un ritmo que parecía aleatorio.

Luego, el producto que Lloyd había intentado comprar cayó con un clunk.

​Lloyd se quedó asombrado.

​—¿Cómo hiciste eso?

—Te dije que no era con la fuerza. Es una especie de rompecabezas. Tienes que conocer sus puntos débiles. La gente solo se enfoca en lo que quiere y olvida lo que el objeto en sí mismo necesita —dijo Asher, dándole una bebida a Lloyd.

Lloyd tomó la lata, sintiéndose incómodo.

​—Gracias. No tenías por qué hacerlo.

​—Claro que sí. Un sabio como tú no debería tener problemas tan triviales como este.

Sería un desperdicio de tu increíble intelecto —dijo Asher, y el tono no era de burla.

​Se sentaron en un banco cercano, y por un momento, un silencio cómodo se instaló entre ellos.

​—Entonces... el ajedrez. ¿De verdad te diviertes con eso? —preguntó Asher.

—Me gusta la estrategia. Me gusta la sensación de control, de anticipar cada movimiento. Es lógico. No hay sorpresas. No hay variables extrañas —dijo Lloyd.

​—Pero, ¿y si a veces lo que más necesitas es una variable extraña? ¿Algo que te saque de tu rutina? —preguntó Asher.

​—No sé qué es lo que más necesito. Mi rutina es predecible, y eso es seguro —respondió Lloyd, sin sonar grosero, solo diciendo la verdad.

Asher no pareció ofenderse.

​—Mucha gente piensa que la vida es como un juego de ajedrez, pero yo no lo veo así. La vida es como el baloncesto. Tienes que correr, pensar rápido y, a veces, solo tienes que lanzar la pelota y esperar lo mejor. No puedes predecir todos los movimientos. A veces, el mejor plan es no tener un plan y simplemente confiar en ti mismo.

​Lloyd lo miró. Las palabras de Asher, tan simples y tan diferentes a su manera de pensar, resonaron en él. Se dio cuenta de que Asher no era solo un chico popular; era alguien que entendía un tipo de inteligencia diferente, una inteligencia que no se encontraba en los libros, sino en la cancha.

​—Supongo que cada uno tiene su juego —dijo Lloyd en voz baja, sintiendo que un pequeño muro en su mente se venía abajo.

​—Supongo que sí —respondió Asher con una sonrisa.

​Cuando se levantaron para irse, sus manos se rozaron de nuevo. Esta vez, ninguno de los dos la apartó de inmediato. La conexión silenciosa fue más significativa que cualquier palabra. Lloyd se quedó mirando la lata en su mano, sintiendo que había aprendido algo más que la forma de arreglar una máquina: había aprendido una pequeña parte de el mundo de Asher.

💙💚Polos opuestos se atraen💙💚




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