El aula de biología estaba silenciosa, iluminada por las lámparas del microscopio. Para Lloyd, la biología era una materia fascinante, pero también caótica, llena de variables que no podía controlar.
Para Asher, era un reto, algo en lo que no era un experto. Sin embargo, su proyecto final, el estudio de los sistemas del cuerpo humano, los había unido.
Lloyd estaba observando una muestra de tejido nervioso en el microscopio, su expresión de intensa concentración.
—No entiendo. La neurona debería hacer sinapsis con esta otra —murmuró para sí mismo.
Asher, que estaba al lado, dibujando un diagrama del sistema nervioso, lo miró.
—¿Y si no lo hace? ¿Y si hay un impulso que la desvía?
—Las neuronas no se desvían —dijo Lloyd, con una pizca de frustración—. Siguen una ruta eléctrica predeterminada. Es pura lógica.
Asher se apoyó en la mesa.
—No lo sé. Piensa en el cerebro. No siempre es lógico. A veces, un recuerdo, un sentimiento, puede cambiar el impulso de todo el sistema.
Lloyd se quedó en silencio, procesando las palabras de Asher. Tenía razón. El cuerpo humano no era tan predecible como una ecuación de física. Era un caos de emociones y recuerdos.
—Y... ¿qué crees que está pasando aquí? —preguntó Lloyd, señalando el microscopio.
Asher se acercó y miró a través de la lente. No vio los detalles técnicos, pero vio la imagen general.
—Creo que está buscando otra conexión. Algo que la haga sentir... más completa.
Las palabras de Asher resonaron en Lloyd.
Se dio cuenta de que no solo estaban hablando de biología, sino de ellos mismos.
Sus mentes eran como dos neuronas que, a pesar de sus rutas diferentes, estaban buscando una sinapsis, una conexión.
—Tengo una idea —dijo Lloyd. Comenzó a dibujar un nuevo diagrama, explicando cómo los sistemas biológicos se interconectan de maneras inesperadas. Los ojos de Asher se abrieron, comprendiendo.
Pasaron el resto de la tarde trabajando en el proyecto, combinando la lógica de Lloyd con la intuición de Asher. Al final, el proyecto final no era solo una presentación.
Era una representación de ellos. Un diagrama del cuerpo humano, donde cada sistema, desde el circulatorio hasta el nervioso, estaba interconectado, mostrando cómo una parte afectaba a la otra, de la misma manera que sus vidas se habían entrelazado.
Cuando terminaron, Lloyd se sintió aliviado.
—Gracias por la ayuda. No lo habría logrado solo.
—Yo tampoco. Me enseñaste que la lógica no lo es todo. Y yo... te enseñé que a veces el cerebro necesita algo más que ciencia para encontrar una solución —dijo Asher, con una sonrisa genuina.
Se miraron, y en sus ojos se reflejó la comprensión. Habían encontrado un equilibrio. El mundo de Asher, tan lleno de emociones, y el mundo de Lloyd, tan lleno de números, habían encontrado un lenguaje común en la biología.
Se dieron cuenta de que su relación no se basaba en cambiar al otro, sino en complementarse, en ser las dos partes de un sistema que los hacía más completos.
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Editado: 09.09.2025